El carbono azul describe el carbono orgánico que secuestran y almacenan los ecosistemas costeros y marinos, como las praderas marinas, las marismas y los bosques de manglares. Estos ecosistemas secuestran y almacenan más carbono por unidad de superficie que los bosques terrestres. Cuando estos sistemas resultan dañados, se emite una enorme cantidad de carbono a la atmósfera. Por ello, proteger y restaurar los hábitats costeros es una cuestión urgente y un paso importante para la protección del clima. Al proteger estos sistemas, no sólo nos aseguramos de que sigan siendo sumideros de carbono a largo plazo, sino que también posibilitamos la existencia de entornos costeros saludables que proporcionen diversos beneficios, como
- oportunidades recreativas
- protección contra tormentas
- hábitat de cría para la pesca comercial y recreativa
Una de las vías sugeridas para promover la conservación de los hábitats costeros es monetizar el servicio que ofrecen al sistema climático. El objetivo es bastante similar a los sistemas de pagos basados en los resultados de REDD+ como forma rentable de reducir las emisiones de GEI en los países en desarrollo a través de la reducción de la deforestación.
¿Cómo se puede proteger el carbono azul?
FORLIANCE ha participado en varias iniciativas en todo el mundo centradas en el diseño de estrategias de mitigación del clima para los ecosistemas marinos y costeros. Contribuimos identificando y elaborando análisis de amenazas y vulnerabilidad. Nuestra evaluación de proyectos ha contribuido a la creación de un mercado internacional de carbono voluntario alineado con una serie de marcos políticos nacionales.
En Colombia trabajamos en un programa de protección de la biodiversidad como receptores de una financiación de la Iniciativa Alemana Internacional para la Protección Climática. El objetivo es estructurar un programa de protección de la biodiversidad para la gestión integrada en los ecosistemas marino-costeros y terrestres (manglares, bosque tropical seco y húmedo) en las costas del Pacífico y del Caribe. El programa diseñará e implementará un sistema mejorado de información MRV para los ecosistemas marino-costeros y terrestres, de manera que se pueda monitorear el riesgo de extinción y la vulnerabilidad en todos los niveles.
Se cierra la brecha entre la información obtenida a nivel nacional, su articulación y accesibilidad para los procesos de toma de decisiones. La gestión integrada tiene como objetivo conservar los ecosistemas sanos y resistentes, así como capacitar a las autoridades y comunidades para garantizar la sostenibilidad. En total, el programa beneficiará directamente a 2.600 familias rurales (indígenas, afrocolombianos, pequeños agricultores) y a 57 organizaciones comunitarias en 20 municipios del Caribe y 10 del Pacífico. Se han estructurado proyectos adicionales para preparar estudios de viabilidad de actividades de reforestación en el Caribe, África y el Sudeste Asiático, entre otros lugares prioritarios más sensibles al cambio climático.
Como miembro de IETA, socio técnico de la Iniciativa 20×20 y como organización que participa en los grupos de trabajo del Gold Standard, pretendemos desarrollar una metodología de Carbono Azul. Este es el siguiente paso para facilitar la financiación del clima y ofrecer beneficios tangibles hacia el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.