Los viajes aéreos internacionales tienen un impacto significativo en nuestro clima, contribuyendo aproximadamente con el 2.5% de las emisiones globales de CO2 y alrededor del 3.5% de las emisiones de no CO2. Los vuelos contribuyen al cambio climático no solo a través de las emisiones de CO2, sino también mediante el forzamiento radiativo: el efecto de calentamiento global de los contaminantes no CO2, como el vapor de agua y los aerosoles. Considerar estos residuos de no CO2 es crucial, ya que aumentan significativamente el impacto climático total de los vuelos.