Amanece en los bosques tropicales de Quintana Roo, México. Un coro de cantos de aves resuena en el dosel mientras los rayos de sol atraviesan la neblina. En FORLIANCE avanzamos con cuidado por un antiguo sendero maya, guiados por huellas cubiertas de rocío en el suelo del bosque. Esta mañana, nuestro equipo no está solo: los “ojos” y “oídos” ocultos que colocamos hace semanas han estado observando y escuchando. Hoy recogemos esas cámaras trampa y grabadoras acústicas con expectación, sabiendo que contienen valiosas imágenes de la fauna que deambula cuando no hay humanos cerca. Es la culminación de nuestro estudio de línea base de biodiversidad 2023 en el proyecto XiCO₂e: Mexican Peninsula Forest, un esfuerzo de conservación comunitaria que lideramos en la Península de Yucatán.
Ubicado en el sureste de México, el proyecto XiCO₂e abarca aproximadamente 37,000 hectáreas de bosque tropical en Quintana Roo. Este paisaje forma parte de las extensas áreas verdes de la península de Yucatán, el tramo más grande de selva tropical que queda en México. Es el corazón de la Selva Maya, un territorio compartido con Guatemala y Belice, reconocido mundialmente por su relevancia ecológica. Aquí habitan cientos de especies de aves y mamíferos, incluidos íconos en peligro de extinción como el tapir centroamericano y grandes felinos difíciles de observar. De hecho, este bosque es uno de los pocos lugares donde aún se mantiene una población viable de jaguar. Cada rincón de esta tierra rebosa vida: tucanes y loros revolotean arriba, mientras especies clave como jaguares, pumas y pecaríes de labios blancos transitan silenciosos bajo el dosel. También hay cuerpos de agua ocultos donde viven cocodrilos y, en humedales cercanos, el manatí del Caribe. En pocas palabras, nuestra área de proyecto es un santuario vital de biodiversidad a escala global.
Pero este rico bosque ha estado bajo presión durante mucho tiempo. La expansión agrícola, la tala no sostenible y nuevas infraestructuras han ido reduciendo su tamaño. Muchas comunidades locales (ejidos) recuerdan cuando la tala ilegal era común y la fauna parecía disminuir. Por eso FORLIANCE se asoció con la organización local Ala boOl y los ejidos para lanzar el proyecto XiCO₂e, con el fin de promover el manejo forestal sostenible y proteger este ecosistema irreemplazable. Desde el inicio, la biodiversidad no fue un beneficio secundario: fue un pilar fundamental del diseño del proyecto. Aunque la iniciativa busca capturar carbono y mitigar el cambio climático, dejamos claro que salvar la vida silvestre y la diversidad vegetal del bosque es tan esencial como capturar CO₂. Como líderes del proyecto, en FORLIANCE estamos comprometidos con una conservación basada en la ciencia que fortalezca los medios de vida locales. La gestión forestal comunitaria, la capacitación constante en prácticas sostenibles y el monitoreo ecológico continuo son parte integral del plan. En 2023, para llevar estos compromisos a la acción, emprendimos un estudio exhaustivo de línea base de biodiversidad: un “censo” de la vida silvestre que habita hoy estos bosques. Esta línea base nos guiará durante décadas.
Realizar un estudio de fauna en una selva tan extensa y densa no es tarea sencilla. Nuestro equipo de biodiversidad, liderado por las biólogas de campo Edith Berenice Espinosa García y Aida Medina Agustín, pasó semanas en el terreno levantando esta línea base. Junto con miembros de la comunidad capacitados como parabiológos, instalaron una red de cámaras trampa y grabadoras acústicas para ser los “ojos y oídos” del bosque día y noche. Las cámaras trampa son dispositivos activados por movimiento que se colocan en los árboles y toman fotos silenciosas de cualquier animal que pase. Estos aparatos nos permitieron observar especies nocturnas y esquivas sin molestarlas. “Estas cámaras son como aliadas secretas: trabajan 24/7 para mostrarnos la vida oculta de la fauna”, comenta Edith, quien lleva más de una década estudiando la fauna yucateca. Las cámaras se colocaron con cuidado cerca de senderos de animales, fuentes de agua y árboles con frutos, sitios que los guías locales identificaron como puntos clave. Cada cámara, equipada con sensores infrarrojos, captura imágenes incluso en la oscuridad total, dándonos una ventana a la vida nocturna del bosque.
Mientras tanto, grabadoras acústicas pasivas se instalaron en diversos lugares para capturar el paisaje sonoro. Muchos animales del bosque se revelan por sus sonidos: los cantos territoriales de aves al amanecer, el coro vespertino de insectos y ranas, e incluso el rugido lejano de un mono aullador. Los sensores acústicos modernos pueden grabar semanas de sonidos, almacenando datos que los ecólogos analizan para identificar especies. “Al atardecer escuchábamos toda una orquesta: ranas croando, insectos zumbando, búhos ululando”, recuerda Aida. “Los monitores acústicos nos permiten conservar esos momentos y saber quién está presente aunque no podamos verlo.” Con software de espectrogramas, el equipo puede distinguir llamadas únicas: el croar de un tucán o el chillido ultrasónico de un murciélago, confirmando la presencia de especies difíciles de avistar. Esta tecnología, explica Aida, es especialmente útil para monitorear aves y anfibios. Además, es no invasiva y eficiente, cubriendo múltiples especies al mismo tiempo. Combinados, las cámaras trampa y los dispositivos acústicos crean un panorama detallado de la biodiversidad oculta en estos bosques.
Instalando cámaras trampa junto con las comunidades locales.
El corazón de este esfuerzo es la comunidad local. El proyecto XiCO₂e se basa en el principio de que la conservación es más efectiva cuando la lideran quienes conocen la tierra de primera mano. En Quintana Roo, eso significa los ejidos indígenas mayas que han manejado estos bosques por generaciones. Desde el principio, ancianos, ex-cazadores y jóvenes voluntarios participaron en la planificación del estudio de biodiversidad. Su conocimiento –de huellas, épocas de fructificación, sitios de agua– fue invaluable. “Recuerdo que un anciano señaló unas marcas en un árbol y dijo: ‘Aquí estuvo un jaguar’”, cuenta Edith con una sonrisa. “Y efectivamente, nuestra cámara después confirmó que un gran jaguar macho patrullaba ese lugar.” Aprendimos innumerables detalles de los miembros de la comunidad: qué árboles prefieren los tucanes, cómo el viento nocturno lleva los llamados de los monos o cómo ciertas ranas aparecen después de lluvias fuertes. La conservación es más eficaz cuando todos los actores están involucrados, especialmente los guardianes locales de la tierra. Ver a antiguos cazadores convertirse en defensores apasionados de la fauna fue uno de los resultados más inspiradores. Como dice Aida: “El bosque es su hogar. Sus padres y abuelos les enseñaron sus secretos. Trabajando juntos, combinamos ciencia y tradición: una combinación poderosa.”
El trabajo de campo se convirtió en un intercambio constante de saberes. Durante las caminatas diurnas por transectos (recorridos sistemáticos), los ejidatarios señalaban plantas medicinales y madrigueras que nuestros científicos podían pasar por alto. A cambio, nuestro equipo explicaba cómo las fotos de las cámaras ayudan a construir un inventario de fauna y por qué eso es clave para la protección a largo plazo. La colaboración generó confianza y orgullo. Los miembros de la comunidad asumieron el proyecto como propio: eligieron sitios de cámaras, cuidaron el equipo y esperaban con entusiasmo los resultados. Por las tardes, todos se reunían en el centro comunitario para revisar nuevas imágenes y grabaciones. La emoción era palpable cuando alguien reconocía un animal en una foto: “¡Mira, un tepezcuinte!” gritaba alguno, o “Escuchamos un saraguato cerca del río, ¡aquí está grabado!” En esos momentos, la ciencia se volvió algo inclusivo y enriquecedor. Este no es un proyecto hecho para la comunidad; es liderado por la comunidad con nuestro acompañamiento. En FORLIANCE creemos firmemente que proteger la naturaleza va de la mano con apoyar a las personas – y en XiCO₂e, ese vínculo se ha fortalecido aún más.
Tras muchas semanas en el campo, el estudio de línea base de biodiversidad reveló un verdadero tesoro de vida silvestre. Cuando el equipo de Edith y Aida finalmente recogió todas las tarjetas de memoria de las cámaras trampa y los archivos de audio, apenas podían contener la emoción. De regreso en el laboratorio de campo —una sencilla cabaña con un generador y algunas laptops— pasaron imagen tras imagen como niños desenvolviendo regalos. Allí estaba: ¡un jaguar! En una fotografía nocturna, un jaguar musculoso, cubierto de rosetas, camina silencioso frente al lente, con los ojos brillando en la oscuridad. En otra imagen, un puma (león de montaña) se desliza entre la luz de la luna, un verdadero fantasma de la noche. “Una cosa es saber que estos grandes felinos viven aquí, pero verlos con nuestros propios ojos —aunque sea en una foto— fue emocionante y conmovedor”, cuenta Edith. Para ella, esa imagen del jaguar fue un momento culminante de su carrera. Los jaguares son una especie paraguas: si prosperan, significa que el ecosistema es lo suficientemente sano para sostener grandes presas y territorios extensos. Saber que al menos un jaguar transita con confianza estos bosques por la noche reafirmó la importancia de todo lo que el proyecto busca proteger.
Y los momentos destacados siguieron llegando. Una serie de fotos mostró un tapir centroamericano —un raro herbívoro de hocico prensil— olfateando el sotobosque, seguramente sin notar la cámara que documentaba su merienda nocturna. Otras imágenes capturaron venados cola blanca y pecaríes forrajeando, armadillos y osos hormigueros deambulando, e incluso ocelotes y margays curiosos (felinos manchados más pequeños) que inspeccionaban la cámara con sus ojos brillantes. Las fotos diurnas revelaron a los guardianes diurnos del bosque: tropas de monos aulladores negros de Yucatán en lo alto de los árboles, bandas de coatíes husmeando el suelo y aves de colores intensos. Una cámara cercana a una higuera cargada de frutos nos regaló un desfile de tucanes y loros. Su plumaje vibrante resaltaba incluso en imágenes fijas: tucanes de pico arcoíris, loros frente blanca y loros corona roja disputándose un bocado. En las grabaciones acústicas, nuestros ornitólogos identificaron docenas de cantos de aves, incluido el croar lejano de la guacamaya roja —una especie que estuvo en peligro en la región y que ahora comienza a recuperarse. Escuchar el llamado estridente de la guacamaya y los ululatos de los búhos en las grabaciones nos puso la piel de gallina; era como si el bosque hablara en su propio idioma. Cada foto y cada fragmento de sonido fue una confirmación de que este bosque está vivo y bien.
También hubo encuentros con reptiles y anfibios. Aunque las serpientes y lagartos son más difíciles de capturar en cámara, encontramos señales de su presencia: pieles mudadas en los senderos y grabaciones acústicas que recogieron los coros nocturnos de ranas arborícolas y sapos. En un video diurno, un momoto ceja turquesa fue grabado mientras descendía a atrapar un lagarto desprevenido: un pequeño drama de depredador y presa. “Momentos como ese nos recuerdan que cada criatura aquí, grande o pequeña, cumple un papel”, señala Aida. Algunas especies documentadas son endémicas —no se encuentran en ningún otro lugar del mundo excepto en este rincón de Mesoamérica. Por ejemplo, fotografiamos el pavo ocelado, un pavo deslumbrante nativo de Yucatán, y grabamos los llamados de la chara yucateca, un ave azul-negra única de la región. Cada hallazgo, desde la rana más diminuta hasta el jaguar más imponente, se registró cuidadosamente. Al final, compilamos un inventario de línea base que incluye decenas de mamíferos, cientos de aves y un sinfín de reptiles, anfibios e insectos. Esta línea base confirma que el área del proyecto XiCO₂e es un refugio de biodiversidad, en línea con lo que otros científicos han señalado sobre la Selva Maya en general. Es raro en el mundo actual ver tal riqueza intacta, y eso fortaleció nuestra determinación de conservarla.
Con la línea base de biodiversidad 2023 completa, nuestro trabajo está lejos de terminar; de hecho, apenas comienza. Este estudio es el punto de partida para un monitoreo a largo plazo en el proyecto XiCO₂e. Al establecer datos de referencia sobre la presencia y abundancia de especies, ahora contamos con un punto de comparación para medir cambios futuros. Planeamos realizar nuevos estudios regularmente en los próximos años, involucrando a más miembros de la comunidad e incorporando nuevas tecnologías a medida que estén disponibles. “Esta línea base es como el primer capítulo de un libro”, explica Edith. “Cada ciertos años escribiremos nuevos capítulos mediante el monitoreo, y juntos contarán la historia de cómo nuestros esfuerzos de conservación están marcando la diferencia —o dónde necesitamos adaptarnos.”
El manejo forestal adaptativo es un principio clave: si los datos muestran que ciertas especies disminuyen o surgen nuevas amenazas, ajustaremos nuestras estrategias. Por ejemplo, si las grabadoras acústicas indican menos cantos de aves con el tiempo, investigaremos y mejoraremos su hábitat. Si las cámaras trampa muestran un aumento de la caza furtiva o la invasión, se fortalecerán las patrullas comunitarias. De esta manera, la línea base y el monitoreo constante forman un ciclo de retroalimentación que garantiza que el manejo del bosque se base en la ciencia y en observaciones reales.
De manera crucial, la línea base también nos ayuda a cuantificar los co-beneficios de este proyecto climático. La captura de carbono puede medirse en toneladas, pero ¿cómo se mide la vida? Al documentar ahora la fauna, podremos demostrar en el futuro que proteger el bosque por el carbono también protege la biodiversidad, evidenciando que la acción climática y la conservación de la naturaleza van de la mano. El enfoque de FORLIANCE siempre ha sido integral: beneficios climáticos, comunitarios y de biodiversidad entrelazados. Nos enorgullece que el proyecto climático XiCO₂e sea tanto sobre jaguares y guacamayas como sobre reservas de carbono.
Los resultados de 2023 ya son alentadores. Muestran que los bosques de los ejidos están llenos de vida y que la vigilancia comunitaria (respaldada por nuestro proyecto) probablemente ha contribuido a disuadir la tala ilegal y la caza en los últimos años. Como nos dijo un miembro de la comunidad durante una reunión de celebración: “Antes, casi no veíamos animales grandes. Ahora, regresaron”.
En FORLIANCE nos sentimos privilegiados de liderar y apoyar este esfuerzo. El proyecto XiCO₂e Mexican Peninsula Forest es un testimonio de lo que la conservación basada en la ciencia y guiada por la comunidad puede lograr. La biodiversidad es la base del éxito de este proyecto, no un detalle secundario. Al proteger el andar de los jaguares y los cantos de las aves, también salvaguardamos los servicios ambientales —desde la polinización hasta la regulación del agua— que sostienen a las comunidades locales. Y esta historia resuena mucho más allá de Quintana Roo. En un mundo donde los bosques suelen verse solo como depósitos de carbono, XiCO₂e está mostrando un camino diferente: uno donde las personas, el clima y la vida silvestre prosperan juntos.
Mientras guardamos el equipo de campo y la selva recupera su ritmo cotidiano, llevamos con nosotros un profundo sentido de responsabilidad y optimismo. Este estudio de línea base es el primer paso de un recorrido de cien años (la duración del proyecto) para cuidar este bosque. Nos quedan muchas cámaras por revisar, muchos sonidos por escuchar y muchos recuerdos por crear junto a las comunidades y criaturas de la península de Yucatán. La historia del bosque sigue escribiéndose, pero algo es seguro: su futuro es más prometedor porque un equipo comprometido de conservacionistas y comunidades locales se unieron para protegerlo, por el bien de todos nosotros y de las generaciones futuras.
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